No creo que exista una relación causal entre beber alcohol y ser un mejor conversador. Sin embargo, como se ha señalado tanto anecdóticamente como en la literatura, es un fenómeno bastante común de personas que creen que son mejores en las conversaciones (y la sociabilidad) cuanto más beben.
Como se señala, la dopamina y la serotonina se liberan durante el consumo de alcohol. El lóbulo frontal, la sede del funcionamiento ejecutivo, la personalidad y la toma de decisiones se vuelven menos funcionales cuanto más se beben. Inicialmente, parece que uno está viviendo el momento y está menos restringido socialmente.
Uno o dos tragos de alcohol pueden aflojar la lengua y dar a uno una confianza social que de lo contrario carecería. Sin embargo, su capacidad de dar sentido disminuye cuanto más se beben. Desafortunadamente, otra habilidad, la que te ayuda a reconocer si tienes algún sentido, se vuelve cada vez menos operativa.
Uno o dos cócteles pueden relajar al presentador de un programa de entrevistas que se oculta detrás de la taciturnidad y la timidez. El problema surge cuando uno siente que la única forma de convertirse en una Kathy conversadora es beber, y debido a la tolerancia al alcohol es necesario aumentar el alcohol para contrarrestar los niveles productivos para lograr el mismo efecto.
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