El cerebro utiliza dos mecanismos.
El primero es puramente biológico, y está diseñado por la evolución para ayudarnos a evitar daños y buscar lo que nos ayuda a prosperar. Por ejemplo, encontramos que el olor a carne podrida o ciertas sustancias tóxicas es repulsivo, y nos sentimos atraídos por el olor a bebés o alimentos nutritivos.
El segundo es cultural, y está relacionado con nuestra experiencia personal. Asocia los olores a las experiencias y situaciones donde los encuentra. Este es un proceso inconsciente y, por lo general, no conocerá las razones; te gustará cualquier olor que te recuerde el perfume que usaba tu madre o tu primera novia, o el olor de un lugar donde pasaste momentos felices. Evitará los olores que estaban presentes cuando experimentó situaciones peligrosas o desagradables.
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