Muchas veces en las organizaciones, la comunidad o incluso la sociedad, su aseo personal, el estilo de firma personal de cómo se ven las cosas, el carisma, la calificación educativa se convierten en una maldición. En ocasiones, las personas no quieren relacionarse con sus ideas porque pueden sentirse inferiores a usted, sus circunstancias sociales no permiten aceptar forasteros o incluso personas con información privilegiada que estén por debajo de sus filas de alguna manera.
La mejor solución es actuar de manera más persuasiva pero indirecta. Si lee la ley del poder de Robert Greene, es un libro tremendo sobre cómo las figuras históricas manejan este tipo de situaciones.