Simplemente, sé honesto contigo mismo y con los demás. Si no tienes ganas de hacer las cosas que te piden, di la verdad por qué no quieres hacerlo. No tiene que ser desagradable, sino dejar que la persona conozca sus sentimientos. Creo que la mayoría de la gente lo entendería si dijeras la verdad.
Haces cosas para complacer a los demás porque estás buscando que te gusten los demás. Viene de tus propios sentimientos inseguros, pero haz cosas porque realmente quieres hacerlo. Le daría buenos sentimientos y no se quejaría más tarde y, naturalmente, también haría felices a los demás. No tienes que preocuparte por complacer a los demás, pero por favor piensa cómo agradar a Dios. Si lo haces, la gente también estará complacida a tiempo.
No me preocupa lo que los demás piensan mucho de mí, pero sí me preocupa lo que Dios piensa de mí cada día de mi vida. Cuando lo tengo en mente, tengo paz interior y las cosas también van bien con los demás. ¿Extraño? Pero es la obra de Dios en nosotros …