Porque nuestros cerebros están programados para buscar patrones, y los extraños te recuerdan a alguien más, a alguien que ya te gusta o te disgusta.
- Tal vez la forma en que usa su cabello le recuerda a su maestra de cuarto grado, que siempre olía a arándanos y hacía que todos los días fueran más brillantes.
- Tal vez la forma en que camina te recuerda al tipo que te acosó en la escuela secundaria.
- Tal vez la forma en que habla te recuerda a tu primer amor.
- Tal vez la forma en que se viste te recuerda a la tía que una vez se lavó la boca con jabón.
Antes de que hayas registrado conscientemente la similitud (y es posible que nunca lo hagas), tu cerebro ha hecho lo que debe y ha enviado sentimientos borrosos (o temerosos) a través de tu cuerpo.