Una de las ventajas de pertenecer a una sociedad cohesionada en la que las personas se ayudan entre sí es que el grupo suele estar mejor equipado que un conjunto de individuos para enfrentar amenazas externas.
Las personas se dan cuenta intuitivamente de que hay fuerza en los números y se consuelan en compañía de otros, especialmente en momentos de ansiedad o necesidad. O, como Patrick Henry dijo famoso: “Unidos estamos, divididos caemos”. (Irónicamente, Henry se derrumbó y cayó en los brazos de los espectadores poco después de pronunciar la frase).
Es bueno y bueno que podamos unirnos contra un enemigo externo, pero lo que quizás sea más interesante es el resultado de una serie de estudios recientes: las personas que forman parte de un grupo también están mucho mejor equipadas para conquistar a un enemigo interno. —La amenaza de la mala salud.
Para apreciar el impacto de la conexión social en el estado de su cuerpo, solo tiene que considerar qué sucede cuando se corta repentinamente.
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Muchos idiomas tienen expresiones tales como “sentimientos heridos” que comparan el dolor de tal rechazo social con el dolor de una lesión física. Ahora sabemos que son más que simples metáforas: el dolor físico tiene dos componentes, un sentimiento emocional desagradable y un sentimiento de distrés sensorial, asociado con diferentes estructuras en el cerebro.