Lo gracioso, no lo hice.
La torpeza es intensamente gratificante.
El sonido de incómodo silencio entre dos extraños; Llenando el aire con la gravedad romántica. ¿No es una liberación tan endórica de mariposas revoloteando?
Dejando salir una sonrisa, forzando los músculos de los labios a curvarse cóncavamente y, finalmente, saludando. ¿Podría algo hacerte sentir más realizado en la vida cotidiana?
- ¿Podría meterse en problemas por decirle a alguien que haga algo mal (en la escuela, sin fuerza)?
- ¿Qué harías si alguien te preguntara: ‘Entonces, qué sigue’?
- Cómo lidiar con alguien que parece malinterpretar lo que digo como negativo o argumentativo hacia él
- Soy un tímido introvertido. ¿Puedo ser un abogado exitoso?
- ¿Cómo se siente estar expuesto como plagiario? ¿Valió la pena?
Y luego la incómoda mirada que consume tu control sobre tu propio cuerpo. Ninguna libertad mortal es más liberadora que cuando se rompe la mirada.
Dar o recibir una mirada incómoda, dependiendo del propósito, puede parecer tímidamente romántico o muy espeluznante. Tales miradas pueden cambiar las mentes de las personas. Son tan poderosos.
Y la satisfacción de ese torpe que acabas de dejar, ¿no es asombroso?
La torpeza cosecha sus propios frutos. Sé tú mismo y busca el árbol con el que se parará torpemente.
😉