En realidad no, en comparación con lo que estábamos más abajo en la cadena evolutiva.
El intelecto humano es un esfuerzo siempre inquieto y luchamos por evolucionar en otros aspectos lo suficientemente rápido para adaptarnos a nuestra tecnología. La fisiología humana no ha evolucionado para coincidir con el ritmo al que vivimos hoy. Somos propensos al sobrepeso, trastornos mentales y muchas otras debilidades como resultado.
Nuestra existencia y nuestro universo mental están impulsados por factores que nosotros, como individuos, heredamos a través del acervo genético, como lo mejoran nuestras experiencias en la vida.
En resumen, estamos más en paz cuando estamos en sintonía con el sistema de valores personales que ha evolucionado como resultado de los factores anteriores y cuando se nos permite perseguir nuestros valores en nuestros esfuerzos personales y profesionales.
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Si no podemos lograr esa armonía buscaremos el cambio.
Somos criaturas sensibles y vulnerables, diseñadas de una manera compleja y muy diversa. El ritmo de la vida en estos días requiere el cultivo de la gestión de expectativas y cada uno debe desarrollar su propia forma única de ese arte.