El poder es algo gracioso. Cuando está en manos de algunas personas, los convierte en otra persona. Que alguien comience a creer que él o ella es superior a todos los demás, y exigirá cosas de otros que ellos consideren que son su deber. En realidad, las demandas que hacen ya son opresivas y explotadoras, particularmente de aquellos que tienen muy poca o ninguna voz para protestar por las injusticias que se hacen contra ellos.
Lo mismo sucede cuando el poder está en manos de autoridades colectivas como el ejército. En realidad puede comenzar con buenas intenciones. Pero cuando la autoridad es absoluta, y no hay control y equilibrio involucrados, entonces hay una tendencia a cometer abusos. Para evitar esto, los responsables deben ser muy claros acerca de su mandato para servir y proteger.