Debido a que esa incomodidad a menudo se revela de manera molesta, aterradora o tediosa. Una persona con baja autoestima puede mendigar o buscar constantemente afecto; o puede llorar o quejarse constantemente; o puede hacer que otros hagan todo el trabajo en las conversaciones; o puede estar nervioso hasta un grado que ponga nerviosa a otras personas; o puede disculparse continuamente por todo lo que hace; o puede compensar en exceso con alarde y arrogancia.
Algunas personas que se sienten incómodas con ellas mismas no sobrecargan a otros con eso, y no tienden a ser evitadas.