La mejor manera de pensar acerca de la dominación y la sumisión puede ser tomarla de manera situacional. Hay muchas situaciones en las que el comportamiento dominante o sumiso es apropiado. Necesitas ser sumiso a tu jefe. Sus empleados o las personas que contrate deben ser sumisos a usted. Ser dominante cuando eres jefe muestra liderazgo. Ser sumiso a alguien que te contrata muestra respeto.
Básicamente somos sumisos a aquellos en quienes confiamos lo suficiente como para elegir guiarnos. Somos dominantes para aquellos que confían lo suficiente en nosotros para guiarnos. Siendo dominante hacia sus hijos o hijos usted es importante para nosotros. Los hace sentir seguros. Centrarse en estas presentaciones saludables de dominio y sumisión puede ayudarlo a pensar que cualquiera de ellos es malo.
Puede ayudarlo a aclarar qué es lo que tiene de malo el dominio y la sumisión en las relaciones de igualdad. El dominio entre iguales es opresivo. Está controlando. Va en contra de nuestra necesidad humana básica de ser tratados como merecedores de los demás.
Sin embargo, si damos dominio a un igual para guiarnos en un área donde tienen experiencia y nosotros no, el dominio no es malo. Tradicionalmente, las mujeres en las relaciones pueden dar dominio a su pareja masculina a cambio de protección y seguridad. Mientras esa pareja no abuse de su confianza, su dominio permanece saludable. Si él actúa de manera dominante para controlarla o oprimirla, no es saludable.
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Entonces, básicamente, el dominio puede ser otorgado a alguien, y esa persona tiene la responsabilidad de no abusar de su poder sobre la otra persona. Es solo cuando se toma el dominio que se vuelve controlador y opresivo.
Es posible que desee cuestionar su extrema disgusto por las personas sumisas. Por lo general son impulsados por el miedo. Estar enojado, desdeñoso o irrespetuoso para aquellos que sienten miedo es una característica de la intimidación. Es natural para los seres humanos, pero es la causa de un tratamiento humano terrible a lo largo de los siglos. Cuando los demás nos temen, nos da demasiado poder. No podemos dejar de verlos como inferiores o inferiores. Para no abusar de este poder, necesitamos enfocarnos en la empatía y la compasión por aquellos que son débiles.
No se debe dar compasión a alguien que domina a otros sin que se le pida que se haga cargo. Estas personas son destructivas y merecen nuestra desaprobación. Desafortunadamente, nuestra tendencia natural es aceptar su declaración tácita de que son superiores a nosotros y entregarles nuestro poder.
Los mejores movimientos en situaciones sociales son desalentar activamente o al menos no fomentar el comportamiento dominante. Cuando note un comportamiento sumiso, anime a esa persona. Presta más atención a ellos, sácalos. Estas son formas apropiadas, saludables y productivas para lidiar con la sumisión y el dominio.
Esto le permite conservar su falta muy saludable de dominio o sumisión en una situación social. Encontrarás que los dominantes sociales dependen completamente de los demás a su alrededor para darles su poder. Es muy fácil quitar ese poder de un dominante de una manera sutil pero efectiva. Las personas sumisas serán empoderadas por su aliento. Usando la influencia sutil, puede lograr la dinámica de la igualdad saludable en cualquier grupo en el que se encuentre. Esta forma de interferencia en la dinámica social ayuda a todos y no tiene que cambiar.