¿Deberíamos dar a todos una voz y una oportunidad de prevalecer en su agenda política, sin importar cuán violentos y desventajosos sean?

Esta pregunta se resume básicamente como “¿Cuál es el límite de la libertad de expresión”? Con esto en mente, podemos ver que hay mucha libertad que podemos darle a alguien.

Todas las voces son válidas y relevantes. Cuanto más se suprimen, más ganan impulso. El discurso intelectual es más disuasivo que la supresión del discurso.

El límite es cuando se trata de comprender el odio. No importa cuál sea su discurso político, NUNCA causa odio o violencia. Al hacer esto, se está moviendo de la escena política a áreas que la política no debería tocar.

La garantía de libertad de expresión en la Constitución protege el discurso que no te gusta. Decir que los cachorros y las flores son agradables no necesita protección. Marchas por grupos de odio, y quema de banderas. El discurso político, sin importar cuán repulsivo sea, necesita ser protegido para que la disidencia más razonable no pueda ser reprimida por los poderes existentes.

Dicho esto, cuando el discurso cruza la línea hacia la incitación a la violencia, se convierte en un crimen.

Haga un discurso y diga: “Necesitamos expulsar a todos los (a quienes no quieran) del país”. Eso es repugnante, pero es discurso político protegido. Luego, ves a un manifestante en la multitud y dices: “Échalo de aquí y vete a la mierda”, eso es un crimen.