El tipo de muerte que sufrió Jesús fue, entre otras cosas, simbólico. Representa el puro odio del hombre por Dios y nuestro amor por el pecado y el mal. Un hombre impecable y perfecto fue golpeado, azotado, maltratado y clavado en una cruz. Eso demuestra nuestro completo desprecio que los humanos tenemos por nuestro Creador.
Y el hecho de que Jesús nos amó y todavía perdonó a pesar de que lo tratamos de una manera tan horrible solo aumenta el asombro de la cantidad de amor que Dios tiene para nosotros.
Si bien fue brutal y extremadamente doloroso, el tormento físico que Jesús soportó no fue nada comparado con la agonía espiritual que sufrió cuando el Padre le dio la espalda a Jesús y dispensó su ira por nuestros pecados y los enfocó a Jesús.
Nunca sabremos el precio que pagó por nosotros. Nunca comprenderemos el dolor espiritual que sufrió por nosotros. Es algo más allá de nuestra comprensión lo que hizo y lo que pasó. El tormento físico era una manera para que, de una manera pequeña, nos relacionáramos con el dolor que Jesús soportó. Y eso solo debería hacernos enfermar el estómago para pensar que le hicimos eso a él.
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