Exactamente cómo la hipocresía, la corrupción y el doble estándar no son importantes como cualidades personales para poseer.
La integridad es tu acción conforme a tus pensamientos. Es cuando defiendes lo que crees que es correcto según tu criterio. Y también permitirá las consecuencias de tales acciones y pensamientos por parte de alguien más sobre usted mismo.
Solo tiene que imaginar lo que sucede cuando se le quita esta cualidad a una persona y entenderá cuán indispensable es esa cualidad.
Mira a cualquier sociedad en peligro, en un abismo moral. Si observas lo suficientemente de cerca y profundizas en él para encontrar el problema fundamental, siempre encontrarás que siempre hay una falta de un código moral en la gente. Las personas se apresuran a culpar a la economía, al gobierno, al pasado, a la sociedad ya la falta de recursos, pero nunca cuestionan su papel en ella. Cuando las pequeñas acciones que consideran inofensivas se acumulan y vuelven a morderlas en la espalda, se ven a sí mismas como simplemente víctimas de la situación. Las personas tienden a percibir la realidad con un filtro que tamiza automáticamente su papel en ella.
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La integridad te da esa percepción de tu ser y el coraje que te hace ser dueño de tus acciones y las consecuencias de ellas. Llévate eso … y obtienes una criatura espinosa que no sirve para nada y que es rápida para señalar con el dedo al mundo sus más mínimas incomodidades. Ningún bien ha salido de esa entidad.