Certeza.
Descubrí que la mayor parte de lo “preocupante” es querer una respuesta a las preguntas y desear un cierto resultado. Este es el impulso más natural, natural: querer sentirse seguro en los brazos de la certeza. El problema es que si sentimos que estamos en los brazos de la certeza, entonces la certeza es engañarte. No es verdad. Simplemente no puedes tenerlo. Confiar en la certeza, aunque puede sentirse temporalmente bien y seguro, generalmente llevará a la devastación al final. Además, si nos sentimos con derecho a esta ‘certeza’, comenzamos a mostrar comportamiento o paranoia y control para mantener esta ilusión.
Por ejemplo: Todos queremos amar, amar y ser amados. Todos amaríamos la certeza de que la persona con la que estamos nos amará para siempre y nunca sucederá nada malo. Si nos aferramos a la “certeza” del futuro en lugar del presente regalo de su amor y afecto, comenzamos a obsesionarnos con el comportamiento que dañará esta ilícita promesa futura y perderemos por completo la alegría diaria del amor. Si continuamos con estos comportamientos de “control”, lo más probable es que cumplamos con nosotros mismos cualquier profecía que hayamos creado por la necesidad de certeza.
Cuando sostenemos algo demasiado fuerte, lo matamos.
La única manera de que las cosas buenas crezcan, al igual que las plantas y la tierra, es nutrir el momento presente. A veces, si siento que estoy agarrando algo con demasiada fuerza, deseando esta certeza, me imagino lo que sea como la arena y me imagino sujetándolo. Me visualizo abriendo mi mano y extendiendo mis dedos y permitiendo que la arena corra a través de mis dedos.
Este visual me ayuda a seguir para no estrangular las cosas que amo.