En la década de 1950, dos especialistas del corazón decidieron dividir a las personas en dos tipos, los que estaban estresados y los que no estaban estresados, con la intención de elaborar un perfil para ayudar a los médicos a tratar las enfermedades del corazón. Este trabajo finalmente terminó en lo que hoy conocemos como personalidades de Tipo A y Tipo B, bastante interesantes pero que no nos dicen nada sobre ningún individuo en particular.
No puede empujar a todos en una de dos cajas y esperar hacer algo útil con esa información.
Los antiguos astrólogos (y los modernos charlatanes) decidieron dividir a las personas en doce categorías, en función de sus fechas de nacimiento. Se sintió, sin ninguna buena razón, que las personas nacidas aproximadamente al mismo tiempo compartirían los mismos rasgos. Incluso las personas antiguas tenían suficiente información para comprender que esto debe haber sido una idea terrible, pero el sentimiento persiste en los tiempos modernos. Los doce tipos se denominan zodiaco, y las lecturas diarias del zodiaco (llamadas “horóscopos”) están disponibles en la mayoría de los periódicos malos. Por lo general, son lo suficientemente vagos para que alguien en algún lugar pueda relacionarse con ellos, pero no nos dicen nada sobre ningún individuo en particular.
No puede empujar a todos en una de las doce cajas y esperar hacer algo útil con esa información.
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En la década de 1940, un equipo de madres (Briggs) y una hija (Myers) decidieron dividir a las personas en dieciséis categorías, basándose en diferentes permutaciones de cómo conceptualizaban la extraversión (E), la detección (S), el pensamiento (T), el juicio (J) introversión (I), intuición (N), sentimiento (F) y percepción (P). Debido a que las categorías son arbitrarias y las pruebas son autoadministradas, como lo expresó un crítico, el sistema de personalidad de Myers-Briggs es “poco más que una elaborada galleta de la fortuna china”. Si ves a alguien anunciando el tipo de personalidad de cuatro letras de Myers-Briggs, ciertamente te dice algo sobre ellos; pero probablemente no sea lo que pretendían.
No puede meter a todos en una de las dieciséis cajas y esperar hacer algo útil con esa información.
La gente siempre está intentando conectar los puntos, hacer patrones, crear orden a partir del caos. Pero todo es un caos, y a veces nuestro impulso de crear patrones es más fuerte que nuestra capacidad para determinar qué tan útiles son esos patrones.
El mundo social compuesto por mentes humanas es un caos tan total que cualquier intento de explicarlo utilizando un número de cuadros de personalidad está condenado al fracaso. Nuestra realidad compartida es uno de casos especiales y excepciones, y cualquier teoría de la personalidad será necesariamente breve.
Todos estamos evolucionando constantemente en nuestras personalidades a través de nuestras decisiones, la validación de pares (en otras palabras, cómo nuestras decisiones se reflejan de nuevo a nosotros) y cómo reaccionamos ante los mil choques naturales que la carne heredan.
No hay tal cosa como “ese tipo de persona”.
(Fuente: Hay dos tipos de personas)