Los seres humanos son seres sociales. Vivimos en una sociedad con personas que nos rodean y nos comunicamos constantemente con nosotros. Esta interacción entre las personas puede ser beneficiosa o perjudicial. Cualquiera que sea el tipo de interacción que sea, el mismo tipo de pensamientos corre en nuestra mente. Tenemos un flujo continuo de pensamientos que se ejecutan en nuestra mente y estamos acostumbrados a este proceso de flujo de pensamientos. Cuando ayudamos a alguien, lastimamos a alguien o vise-versa, seguimos pensando, ¿cuál es el impacto que nuestra acción tiene en la mente de los demás? Como no podemos leer la mente de nadie, tendemos a adivinar cómo reaccionará o se sentirá la otra persona. Esta adivinación de pensamientos depende de la acción que ha tenido lugar y para la cual estamos esperando una reacción.
Supongamos que ha ayudado a alguien o cree que ha impresionado a alguien, entonces comenzará a esperar una reacción positiva por parte de ellos. De la misma manera que esperas, otra persona también estará pensando en ti. Todos somos conscientes del hecho de que cada individuo es diferente en pensar y actuar, por lo tanto, esta patada comienza nuestro viaje imaginativo de adivinar lo que otros piensan.