El consumo de alcohol suele ser una actividad social. La gente bebe porque sus amigos, compañeros de trabajo y familiares están bebiendo. Ahí yace el problema; Beber produce una especie de “alto” que empezamos a desear. Ya sea la sensación de estar en forma, ser el centro de atención, olvidarse de sus problemas por un tiempo o simplemente adormecer el dolor que siente, esos sentimientos pueden volverse adictivos.
Si una persona continúa el patrón de beber mucho para alcanzar un nivel familiar, eventualmente, comenzará a sentirse “normal” sin un poco de alcohol. Esto se conoce como una adicción psicológica porque el acto de beber alcohol se vuelve habitual y lo necesitan para sentirse bien o como su yo normal. La adicción física ocurre una vez que una persona no puede dejar de beber sin experimentar síntomas de abstinencia, que incluyen ansiedad, temblores y, en el extremo más extremo, convulsiones, agitación, confusión y alucinaciones.