Fe.
Hay muchas cosas transitorias que otros tienen que deseo. Poder, fama, fortuna. Lo que sea
Pero, puedo imaginarme logrando esas cosas. Puedo planear para ellos.
Puedo estar seguro de mi aptitud para tener todo lo que quiero y más, excepto la fe.
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Tengo una profunda y sincera envidia de la fe en lo divino y de cómo debe ser eso.
Algunas de las mejores personas que conozco son fervientes creyentes en Dios y todo lo que eso conlleva. No puedo estar de acuerdo con ellos en eso. No puedo compartir su mundo. No necesito, pero me gustaría.
Me imagino que tienen gran certeza, gran seguridad. Me imagino que nunca están tan perdidos como a veces me encuentro a mí mismo. ¿Cómo podrías perder tu camino en medio de la divina Providencia?
Entiendo por qué los creyentes dicen que nunca podrían renunciar a eso incluso si no puedo entender cómo esa creencia podría manifestarse en primer lugar (aparte de la educación familiar)
Algo que oigo decir una y otra vez es “Elijo creer”. No creo que eso sea verdad. No creo que pueda ser. Si puedes elegir creer, entonces no es realmente la creencia, ¿verdad? Más de un estilo de vida.
Entiendo ese punto de vista también, lo hago. Querer el estilo de vida de la creencia. La comunidad que lo acompaña, hace que sea fácil pertenecer a algún lugar. No envidio eso, de verdad.
No me importa mucho una fe que depende de ser parte de algún grupo. Eso no me interesa.
Pero la fe que es una parte tan importante de ti mismo, esa creencia profundamente arraigada en un plan. En propósito y razón detrás del caos loco del universo. Eso es atractivo.
No necesito un dios para saber el valor de la moralidad. No necesito un dios para llegar a un acuerdo con la muerte y la muerte. No necesito un dios para que mi vida tenga sentido o valga la pena vivirla.
Me gustaría compartir esa parte del mundo. Esa parte de vivir. Quiero entender.
Pero no puedo.
Carezco de cualquier faceta de la personalidad, cualquier rasgo de carácter, hace posible la creencia de ese tipo. No puedo simplemente dejar que Dios entre (como dicen los proselitistas) más de lo que un hombre ciego podría hacer que sus ojos vean.
“Todo sucede por una razón” nunca sonará verdadero en mis oídos.