Les digo a mis hijos, cómo me relaciono conmigo mismo es mi tesoro más importante .
Y cuando me presente una situación, trataré de recordar preguntarme: ¿me gustaré por hacer esto? Sabré la respuesta a esta pregunta basada en cómo me sentiré haciéndolo.
Nos convertimos en quienes somos con cada acción. Cuando hacemos cosas por las que nos sentimos bien, nos gustamos a nosotros mismos por ello y nuestra autoestima se vuelve saludable. Esto refuerza un patrón de ser positivo y hacer, y por lo tanto, convertirse.
Les digo, por ejemplo, si una persona miente, ya sea que alguien más lo sepa o no, no se sentirán bien y su autoestima comenzará a tomar la forma de la mentira. Si se hace suficientes veces, puede convertirse en parte de la identidad y la vida probablemente reflejará esto.
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Si una persona dice la verdad, aunque nadie la sepa o crea, tendrá un profundo respeto por sí mismo. Esto eventualmente crecerá en confianza en quiénes son, y su vida reflejará esto. La elección se hace en cada momento.
Relacionarnos con nosotros mismos es el filtro principal por el cual experimentamos la mayor parte de la vida. Hacer el bien a los demás es un procesamiento del ser que se traducirá en una vida más empoderada, sin importar cuántos limones se arrojen.