Tengo un punto de vista alternativo para presentar aquí.
Vengo de una mezcla de antecedentes familiares hiperconservadores y semi-liberales. La familia de mi padre es muy conservadora, muchos de sus hermanos son sacerdotes y tienen sus propias nociones preconcebidas.
Inicialmente, solía creer en todo lo que mi familia contaba. A medida que crecí, comencé a aprender que muchas de las cosas que me enseñaron eran supersticiones completas. No había una base científica o lógica para establecer la veracidad de las relaciones de causa y efecto. Y, me convertí en el niño polémico de la familia. El niño que cuestionaría las tradiciones, las costumbres, se niega a seguir ciegamente a los demás.
A ellos les sale como arrogancia la educación. Pero en realidad no, no soy arrogante. Simplemente me niego a seguir las costumbres ciegas y las supersticiones. Me niego a limitarse a la apoteosis de las estatuas. No cuestiono la existencia de una deidad, definitivamente está ahí fuera. Pero para mí, lo desconocido es la deidad. Está a la espera de ser descifrado. Pero esa es una historia para otro momento.
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Así que no es solo cómo la educación afecta a uno lo que conduce a la arrogancia, sino que también es en gran medida, en mi opinión, una cuestión de perspectivas.
En todo caso, la educación me ha ayudado a entender cuán débil soy. Me abrió los ojos a la inmensidad del universo donde podría perderme para siempre.