Gracias por la A2A 🙂
Hay una cosa que la mayoría de nosotros olvidamos, en un momento de molestia y frustración con otra persona: no tenemos la capacidad de cambiar a otra persona.
No sus gustos, intereses, personalidad. No sus preferencias musicales, ni sus actitudes laborales. Ni un poquito, ni un poquito.
Ciertamente, podemos intentar persuadir, engatusar, inspirar el cambio. Pero se inicie o no el cambio, eso depende únicamente de los demás, no de nosotros.
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Entonces, ¿la mejor manera de manejar la arrogancia?
Entiende, acepta, suelta.
Trata de entender por qué se vuelven arrogantes, piensa en sus zapatos. ¿Es inseguridad? ¿Es falso orgullo que oculta un sentido de inferioridad? ¿Es el estrés de un momento, un mal día? ¿Es la educación?
Acepte que esta persona, para bien o para mal, probablemente continuará de esta manera.
Déjalo ir, no por ellos, sino por tu propio bien.
Pregúntese: ¿vale la pena arruinar su estado de ánimo por esta persona? ¿Vale la pena seguir rumiando?
A menudo me encuentro respondiendo con un gran, gordo no.