Malasia aún tiene el residuo tradicional de una sociedad feudal: con nueve familias reales, cuyo jefe está facultado para otorgar títulos, hay muchas personas tituladas. Los chanchullos a los que recurren algunos círculos (política y negocios) para obtener tales títulos resaltan la demanda por ellos.
Sin embargo, esto está cambiando, la generación urbana más joven no está tan impresionada por algunas palabras frente a un nombre como quizás lo fueron sus padres y abuelos. Puede haber habido un momento anterior en el que tales títulos eran propiedad exclusiva de los dignos, ahora son una moneda de diez centavos. Un chiste común en Malasia es que si arrojas una piedra al azar entre una multitud, es muy probable que un personaje titulado sea golpeado. Tal vez dos personas, dependiendo del rebote.
El auge de las redes sociales y los teléfonos inteligentes también ha expuesto a muchos personajes titulados como idiotas completos, y no merecen el respeto que esos títulos hayan representado alguna vez.
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