No se me permitió abrir la puerta, contestar el teléfono, mirar a través de las ventanas o jugar afuera antes de las 3:00 pm.
Recibí educación en el hogar en un estado en el que hacerlo era perfectamente legal, pero todavía poco común en ese momento. Las pocas veces que íbamos a la tienda durante el día, las ancianas nos seguían y preguntaban, con miradas sombrías y desaprobadoras, por qué no estábamos en la escuela. Las miradas a veces se oscurecían cuando se les daba la respuesta. Mi madre sabía que extraños curiosos y serviciales podían llamar a CPS. Ella conocía a gente que había tenido que lidiar con ese lío; la intrusión, el interrogatorio, la tendencia de llevar a los niños primero a hacer preguntas, el miedo que tienen los niños a vivir después. Así que ella decidió no tentar al destino. Cuando los niños escolarizados regularmente estaban fuera de la vista, nosotros también.
Cuando yo era un adolescente, más personas estaban educando en el hogar. Los extraños dejaron de darnos miradas raras y seguirnos por las tiendas. La pista de patinaje local celebró el “Día del educador en el hogar” justo a mediados del jueves. Mi madre relajó las reglas y pudimos actuar cómodamente en nuestra propia casa. Fue en ese momento que me di cuenta de por qué no habíamos podido hacerlo antes. Nunca me había dicho cuando era joven, supongo que no quería asustarme.
Mis padres no me educaron en casa para abrigarme, para darme una educación extravagante o porque estaban fuera de la red. Lo hicieron porque yo era un estudiante muy brillante que estaba aburrido hasta la muerte en un salón de clases regular y recurría a la mala conducta por diversión. Al igual que un millón de otros padres de educación en el hogar por ahí.
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Viví los tiempos en que los educadores en el hogar tenían miedo de mirar por las ventanas. Viví los cambios que nos permitieron tener apoyo, comunidad, etc. No quiero que mis hermanos experimenten esos días de extrañas reglas implementadas para extraños curiosos y serviciales. Pero cada vez que una familia educadora en el hogar da la noticia, siempre es la extraña, la abusiva, nunca la exitosa.
Y me temo que a mi hermano pequeño no se le permitirá contestar el teléfono o jugar afuera antes de las 3:00 pm.