En algunas situaciones, cuando no hay otra alternativa, la acción física no es la peor de las opciones.
Recuerdo que mi hermano estaba teniendo un problema con alguien que se estaba burlando de él un día. El niño siguió insistiendo y empujando, y mi hijo le pidió que parara cortésmente. Cuando el niño siguió insistiendo en su odio, mi hermano le dijo al niño, firme pero amablemente, que se detuviera. Cuando el niño continuó después de que esto sucediera, mi hermano advirtió que si el niño continuaba, recibiría un puñetazo. Efectivamente, el niño no aprendió su lección y recibió un puñetazo en la nariz. A día de hoy, este niño y mi hermano son amigos debido al respeto mutuo.
En casos extremos, la violencia física puede ser una solución buena y sólida. ¡Pero asegúrate de nunca lanzar el primer golpe!
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