¡Absolutamente! Mi excusa para ser realmente dura conmigo misma es que nadie más lo será.
Soy muy querido y respetado en muchos círculos. Tengo talentos que otros sueñan con tener, y creo que proyecto la sabiduría y el zen que trabajo duro para cultivar dentro de mí. En realidad soy la persona más genial que conozco. Sin embargo, no por accidente, soy cruel y abusivo conmigo mismo cuando cometo errores, siento que necesito hacerlo para poder aprender. Nadie cuestiona ni desafía nada de lo que hago o digo. Cuando soy completamente honesto con las personas en mi vida sobre lo que pasa por mi cabeza, no saben qué decir. Eso siempre es incómodo.