La intimidación es un acto de oportunidad, así como el resultado de personalidades e historias personales. Si hay una buena supervisión y respuestas de informes adecuadas, las oportunidades disminuyen considerablemente.
Si el comportamiento de un niño parece fomentar la victimización cuando es joven, se les puede proteger con supervisión adicional hasta que tengan la edad suficiente para aprender formas de interactuar con niños agresivos que minimicen su tendencia a ser intimidados.