Las investigaciones muestran que alrededor del 50% de los niños de diez a dieciocho años se muerden las uñas. El hábito tiende a disminuir a finales de la adolescencia y principios de los años veinte, y generalmente desaparece por completo a los treinta.
La mayoría de las veces nos mordemos las uñas cuando nos sentimos ansiosos e indefensos. También refleja el estrés o la ira. A veces sirve como herramienta para frenar los impulsos. Por ejemplo, si un niño se apaga constantemente y se le dice que no haga esto o aquello, el niño se retiene de esa actividad prohibida mediante la extracción de clavos.
Crujir los nudillos nos da alivio del estrés y la tensión. A veces, cuando atravesamos una situación difícil y tratamos de encontrar una manera, involuntariamente empezamos a romper nuestros nudillos. Tal vez el sonido de craqueo ayuda a reducir algo de presión.
Fuente: Internet
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