Simplemente porque ya no posee valor. Cuanto menos mantengamos nuestra palabra, menos valor tendrá nuestra palabra con el tiempo.
Rara vez rompo mi palabra. Cuando doy mi palabra, hago todo lo que puedo para mantenerla, a menos que sea doloroso y me haga daño hacerlo. Y me doy un aviso con suficiente tiempo si preveo un problema.
Como la mayoría de las veces, mantengo mi palabra, tiene un valor sólido en mi vida y para aquellos a quienes se la entrego. Una vez que nos equivocamos, no tiene ‘poder’ ni valor, y todo se vuelve inútil decir que haremos algo cuando lo sepamos bien, no nos importa si lo hacemos o no. Se convierte en una táctica de algún tipo, no en un compromiso real.
Me atrevería a decir que a las personas que no les importa mucho cómo asignan su propio tiempo y esfuerzos, probablemente no les importe mantener su palabra. ¿Por qué lo harían? Ellos invierten poco en eventos o personas en sus vidas. Aquellos que lo hagan podrían cumplir su palabra.
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