Su apodo es Agni. Su padre es italiano y su madre es francesa.
Cuando la luz del sol toca la cara de Agni, sus ojos se vuelven azul hielo. Cuando usa una camisa verde, sus ojos se vuelven verde esmeralda. Cuando camina bajo un árbol sombreado o se broncea, sus ojos pueden ser de color avellana o amarillo o incluso volverse de color azul marino.
Sus cejas son casi azul negro. Ese es el color de su cabello grueso, también. Un mechón de cabello a veces forma un medio rizo en su frente.
El próximo noviembre de 2016, Agni cumplirá 25 años.
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Nos conocimos en París cuando un amigo en Sausalito, California, al enterarme de que pasaría un mes en Francia me dio el nombre de su amiga íntima, Arlene, que vive en París.
Fue a través de Arlene que conocí a Agni cuando ella organizó un almuerzo para él para celebrar su cumpleaños número 17 en el Café de Flore.
Cuando una persona tiene carisma, tanto hombres como mujeres lo reconocerán. Esto es cierto para Agni. Cualquiera que se encuentre con él reconocerá su carisma al instante.
Él irradia un poder de percepción a través de sus sentidos. Él es muy consciente, especialmente a la estética de la comunicación verbal y no verbal. No solo yo, sino que todos los que están en su presencia sienten que nuestras sensibilidades son tratadas con cuidado y con respeto. Nos sentimos vistos. Sentimos que le importamos.
Va más allá de sus modales. Va más allá de su voz resonante y su acento francés. Sabemos por cómo nos habla que no infligirá dolor. En su lugar, elegirá palabras que nos hagan sentir placer. Como resultado, confiamos en él. Confiamos en él con nuestros sentimientos, con nosotros mismos. Queremos estar con él. Queremos darle nuestro tiempo y atención porque él es oh, así que vale la pena.
Trae consigo una inmensa sensualidad y nos brinda belleza y placer a través de su energía, su voz y sus acciones. Le regalamos activamente cosas que sabemos que él disfrutará. Música. Dulces caseros al horno. Suéteres hermosos. Cartas de amor. Picnics. Invitaciones a cine, teatros, conciertos. Sinceras palabras de agradecimiento.
Él no “chupa”. ¿Por qué no? Él no usa a las personas para beneficio personal. Período. Él es un dador, no un codicioso tomador. Lo respetamos por eso. Mostramos nuestro respeto.
A través de los años, he llegado a saber cuán profundo es el sentido de “yo” de Agni a través del núcleo de su ser, y al mismo tiempo, no es egoísta. Se conoce a sí mismo y piensa las cosas. Él tiene una tremenda confianza y confianza en sí mismo porque se dice a sí mismo la verdad. Si hay algo que no le gusta en sí mismo, se corrige rápidamente y con compasión. Como resultado confiamos en él cada vez más. Le confiamos nuestras vulnerabilidades.
Sus límites son fuertes. Incluso hoy, sigo aprendiendo acerca de mis límites y cómo establecer límites para que funcionen en mi nombre a través de lo que él y yo discutimos.
Él no destruye a las personas, nos mejora y nos defiende. Le damos nuestra lealtad.
Lo amamos de vuelta. Profundamente. Apasionadamente.
Muchos de nosotros lo apreciamos.