Generalmente porque creen que tienen razón.
A veces, porque incluso cuando saben que están equivocados, es vergonzoso o dañaría su carrera admitirlo.
Ocasionalmente, porque admitir faltas tendría repercusiones significativas más allá de ellos mismos. Las naciones son muy reacias a admitir faltas porque abre la puerta a reclamaciones costosas en su contra por daños.