La eugenesia tiene un atractivo obvio:
¿No sería agradable si todos fuéramos más saludables, más inteligentes, menos propensos a enfermarnos de cáncer u otras enfermedades con una parte congénita, vivir más tiempo, vernos mejor, etc.?
Esa es, en definitiva, la promesa de la eugenesia.
Controle quién cría (es decir, hasta donde llegan la mayoría de las ideas de la eugenesia; muy pocos también intentan “y con quién”, ya que eso es mucho más complicado y está cargado de conflictos) y la humanidad mejora.
- ¿Qué debe hacer una persona cuando se encuentra sola por una cuestión de principios?
- ¿Qué impide a las personas aprender a programar?
- ¿Cómo puede alguien convertirse en presidente si miente y engaña frente al público?
- ¿Cómo interactúan el ser, el ego y el superyó en el ser humano?
- Como disminuir mi comportamiento narcisista.
En algunos casos, la eugenesia todavía está muy viva.
Toma a Sarah Silverman:
Sarah Silverman dijo que no tendría hijos porque, parafraseando, su genoma era una mierda.
Ella básicamente ‘auto-eugenizada’.
La eugenesia tenía un atractivo tan amplio (todos, desde los comunistas sobre los demócratas (la ideología, no el partido) hasta los fascistas, en algún momento lo consideraron) porque presenta un objetivo deseable al alcance de la mano.