Porque somos como los gatos.
Los seres humanos tienen un mecanismo interno que se ha estado desarrollando durante miles de años. Cada vez que percibimos el peligro, nos lanza a una mayor conciencia con el objetivo de protegernos a toda costa.
A lo largo de la historia humana, el señalamiento moral se volvió tan peligroso como el peligro físico aleatorio. Si lo declararan culpable de un delito, lo castigarían duramente, a veces con la muerte. Por supuesto, esta no es una situación del pasado. ¿Imagina que te castigaron porque robaste un pedazo de pan, te acostaste con la esposa de alguien, o simplemente te acusaron ciegamente de algo y luego fuiste mutilado, ridiculizado públicamente, expulsado de la aldea o abandonado por muerto? ¿Qué pasaría en la psique humana para poder absorber tanta violencia? ¿Cómo puede uno defenderse de una crisis mental completa en tal caso?
Es un gran mecanismo llamado ego .
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Hemos aprendido, como los gatos, a volvernos del lado derecho, psicológica y emocionalmente, gracias al desarrollo de nuestro ego. El ego nos ayuda a sobrevivir bajo un gran estrés y nos protege con la intención de sobrevivir a una gran caída. Cuando nuestro buen nombre se ve empañado, el ego está ahí para defenderse, a veces por cualquier medio que sea necesario. No solo está ahí para proteger al individuo de la autolesión, sino que está ahí para destruir cualquier cosa que ponga al yo en peligro.
Este mecanismo se ha desarrollado en nosotros a lo largo del tiempo. Entonces, imagínese lo difícil que es dejar de lado ese mecanismo de autoprotección y autoprotección para comprender las faltas, los errores y las culpas de uno.
Y así, en una escala más pequeña, cada vez que entramos en una discusión y estamos claramente equivocados, nuestro ego interviene para manejar el daño. Hace girar nuestra perspectiva, correcta o incorrecta, en la dirección de la supervivencia psicológica y la lucha, independientemente de lo que realmente sea la verdad.
Sin embargo, a medida que buscamos evolucionar conscientemente, podemos comenzar a confrontar al ego y mirar hacia un panorama más amplio e inclusivo. Esto se hace conscientemente y con gran intención. Cuanto más podamos relajarnos en torno a estos desarrollos evolutivos más profundos que nos protegen, más podremos ampliar nuestra capacidad para asumir cada vez más responsabilidad por nosotros mismos y nuestras acciones. Pasamos de la insoportable verdad sobre nuestros errores, a buscar una mayor comprensión, compasión y cuidado por el todo.
Hasta que un individuo busque desafiar al ego, siempre limitará a una persona de manera significativa, haciendo que la verdadera conexión y comunicación sea casi imposible.