¡Absolutamente!
Lo recomiendo de todo corazón.
Antes de empezar a improvisar, era bastante tímido y retraído, aunque tenía una gran imaginación que rara vez se mostraba a sí misma. Hablar en público ayudó mucho, pero sigue siendo menos potente en comparación con la improvisación.
Después de que fui a los primeros talleres de improvisación me enganché. No solo fue inmensamente divertido, también fue liberador y sentí que en unos pocos días había creado una conexión más íntima con esas personas que en todo un año.
Más tarde comencé a hacer mis propios encuentros de improvisación y finalmente organizar un grupo y hacer nuestros propios shows.
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Ahora tengo cero problemas actuando en el escenario, siendo tonto, cantando horriblemente mal o bailando como un robot. Todavía no me siento muy cómodo acercándome a la gente pero definitivamente estoy más cómodo que antes.
Y he descubierto la alegría de bailar o ser creativo.
Es una experiencia verdaderamente liberadora.
Además, aprendí cómo ser un líder y organizar a un grupo de personas para crear un espectáculo que hiciera feliz a la audiencia. Eso es algo de lo que me siento orgulloso de mí mismo.
Me ha enseñado MUCHO sobre el miedo y las millones de formas en que puede esconderse bajo una excusa “racional”.
La improvisación te enseña a no tener miedo de lo que otros puedan pensar de ti. Aprendes a actuar solo en el momento a pesar de todo el miedo y el “qué pasaría si”.
Después de todo, nada verdaderamente amenazante puede suceder. Está todo hecho.