Lo que hace que la gente se asuste
Los individuos altamente sensibles muestran una mayor activación cerebral en las áreas de atención visual del cerebro al emitir juicios de cambios sutiles en las escenas. Imagen original
Crédito: Stony Brook University
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Los cerebros de individuos tímidos o introvertidos podrían realmente procesar el mundo de manera diferente a sus contrapartes más extrovertidas, sugiere un estudio reciente.
Alrededor del 20 por ciento de las personas nacen con un rasgo de personalidad llamado sensibilidad de percepción sensorial (SPS, por sus siglas en inglés) que puede manifestarse como la tendencia a inhibirse, o incluso al neuroticismo. Los investigadores afirman que el rasgo se puede ver en algunos niños que “se calientan lentamente” en una situación pero finalmente se unen, necesitan poco castigo, lloran con facilidad, hacen preguntas inusuales o tienen pensamientos especialmente profundos.
Los nuevos resultados muestran que estos individuos altamente sensibles también prestan más atención a los detalles y tienen más actividad en ciertas regiones de su cerebro cuando intentan procesar información visual que aquellos que no están clasificados como altamente sensibles.
El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Stony Brook en Nueva York y la Universidad de Southwest y la Academia China de Ciencias, ambas en China. Los resultados fueron publicados el 4 de marzo en la revista Social Cognitive and Afective Neuroscience.
El tipo sensible
La investigación sugiere que las personas con este rasgo altamente sensible prefieren tomar más tiempo para tomar decisiones, son más conscientes, necesitan más tiempo para reflexionar y se aburren más fácilmente con las pequeñas conversaciones.
Trabajos anteriores también han demostrado que, en comparación con otros, los que tienen un temperamento altamente sensible son más molestos por el ruido y las multitudes, más afectados por la cafeína y más fácilmente asustados. Es decir, el rasgo parece conferir sensibilidad alrededor.
Los investigadores en el presente estudio proponen que la sensibilidad sensorial simple al ruido, el dolor o la cafeína es un efecto secundario de una preferencia innata de prestar más atención a las experiencias.
Primero utilizaron un cuestionario establecido para separar a los participantes sensibles de los no sensibles. Luego, los 16 participantes compararon una fotografía de una escena visual con una escena anterior, indicando si la escena había cambiado o no. Las escenas diferían en si los cambios eran obvios o sutiles, y en la rapidez con la que se presentaban. Mientras tanto, los investigadores escanearon el cerebro de cada participante con imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).
Las personas sensibles observaron las escenas con diferencias sutiles durante más tiempo que las personas no sensibles, y mostraron una activación significativamente mayor en las áreas del cerebro involucradas en la asociación de la información visual con otra información del cerebro y con la atención visual. Estas áreas del cerebro no se usan simplemente para la visión en sí, sino para un procesamiento más profundo de la información.
Papel en la evolución
El rasgo de sensibilidad se encuentra en más de otras 100 especies, desde moscas de la fruta y peces hasta caninos y primates, lo que indica que este tipo de personalidad a veces podría proporcionar una ventaja evolutiva.
Los biólogos están comenzando a aceptar que dentro de una especie pueden existir dos “personalidades” igualmente exitosas. El tipo sensible, siempre una minoría, elige observar más tiempo antes de actuar, como si estuviera explorando con el cerebro en lugar de con las extremidades. El otro tipo “va audazmente a donde nadie ha ido antes”, dicen los científicos.
La estrategia del individuo sensible no es tan ventajosa cuando los recursos son abundantes o se requiere una acción rápida y agresiva. Pero resulta útil cuando existe peligro, las oportunidades son similares y difíciles de elegir, o se necesita un enfoque inteligente.