Es un rasgo que hemos heredado de nuestros antepasados y algo reflejado en nuestros chistes y comentarios superficiales. En realidad, no prevalece en la sociedad occidental, aunque sobrevive como una tradición en algunos grupos contraculturales, como paganos, ocultistas, antropólogos, etc.
Creo que es una estrategia poderosa para darse cuenta de las posibilidades, debilidades y fortalezas de otras personas. Como una manera de tener una visión más equilibrada de los hombres y mujeres con los que entramos en contacto. Puede servir de puente entre lo real y lo imaginado, lo primitivo y lo civilizado.