Sufro de eso todos los días.
Una vez tuve un trabajo en una firma de seguridad de élite y un gran consejo que recibí del experto fue “desarmar a las personas con amabilidad”, es decir, si usted es el último en entrar en un ascensor y mirar a cada persona a la cara y decir en una tono moderado “Buenos días”, se lo percibiría como un individuo que tiene confianza y se preocupa por su entorno, desarmando cualquier intento de hacerle daño.
Pero el consejo va más allá de la autoconservación, se ha convertido en un reflejo para saludar a cada persona que encuentro, algunos de mis hallazgos son:
- Espacio personal: en estas ciudades abarrotadas en las que vivimos, se ha vuelto cada vez más difícil estar a solas con sus pensamientos, por lo que muchas personas optan por no reconocer los saludos de otras personas como una forma de “espacio”.
- Ruido o distracción: ¿Ha notado cuántas personas miran su teléfono en un ascensor o en una escalera mecánica? o en una línea en el banco, FOMO ha tomado nuestra atención para saludar
- Vida acelerada: parece que el tiempo ha adquirido otro significado, por ejemplo, si estacionó su automóvil en el distrito de negocios, el estacionamiento más caro de la ciudad, está obligado a hacer que el tiempo cuente, por lo que, por muchas razones, parece que molestia todo el tiempo.
- Mala educación: algunas personas simplemente no se joden con otras personas y les resulta molesto tener a alguien de buen humor tratando de conectarse brevemente con otro ser humano.
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