¿Juzgamos al instante por lo que dicen?

Más a menudo de lo que nos damos cuenta. Nuestros prejuicios y sesgos se filtran en nuestras palabras. Los estereotipos que creemos son reales, que no son más que el lavado de cerebro y las normas culturales que hemos aceptado ingenuamente como verdad, contaminan nuestras comunicaciones. Hablamos sin preguntar. Hacemos bromas sin escuchar. Respondemos sin escuchar. El primer paso para eliminar los juicios es reconocer que los juicios están ahí (con o sin intención … están ahí). Poseer honestamente las suposiciones y opiniones en nuestro discurso es la única forma de pasar a la comunicación sin prejuicios.