Los nombres se utilizan para la identificación y para evocar una respuesta más emocional y directa de la persona cuyo nombre se está utilizando.
Es una forma de comunicación, y que se le asigne un nombre que no sea el nombre de nacimiento es (generalmente) una forma manifestada de afecto o cercanía entre las personas; los nombres también se pueden usar para manipular a las personas para que hagan lo que usted quiere que hagan: por ejemplo, llamar despectivamente a alguien a quien le gusta quedarse dentro de un ermitaño, lo que implica que quiere que salgan más de la casa.