La evolución explica la agresión. Nuestros genes nos dan mejores probabilidades de supervivencia y procreación. La competencia es clave para ambos.
Vivimos en un mundo materialista, porque mostrar dominio y recolectar cosas buenas (riqueza) eleva nuestro estatus. Las personas con un estatus alto pueden atraer parejas de alto estatus, lo que mejora las probabilidades de supervivencia de sus descendientes.
Solo por intentar elevar nuestro estado, el cerebro nos recompensa, ya sea con serotonina o dopamina. A menos que aprendamos mejor, cada impulso emocional es recompensado. Esto incluye ser malo, intimidar, presumir, enojarse, gritar y atacar a los demás. Porque todos ellos demuestran un comportamiento dominante.