Ves una luz brillante. Quieres llegar a ello. Primero caminas hacia ella, luego, a medida que la luz se hace más brillante, empiezas a correr, con la esperanza de llegar a la luz más rápido. Imaginas que la luz se llena de felicidad, de gloria y de disfrute. Piensas que cuando estés en la luz, te convertirás en un Dios adorado por tus poderes, envidiado por tu posición social y celebrado por el entretenimiento que traes. Estás tan cerca de la luz ahora. Entonces lo ves.
Monstruos
Monstruos que acechan detrás de los que ya están en la luz. Monstruos que susurran cosas malas a los oídos de los que están en la luz. Los monstruos que están esperando para tragar la luz en su oscuridad.
Miras hacia atrás. Y tú también lo ves. Hay un monstruo justo detrás de ti. Se vuelve más y más oscuro a medida que avanza hacia la luz. Abre sus mandíbulas, listo para morderte en pedazos, si das un paso equivocado más. Entonces te das cuenta, siempre está ahí. Siempre observando. Y cuanto más te acercas a la luz, más amenazante se vuelve. Te das la vuelta, petrificado. Esto no fue lo que esperabas.
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Exactamente. Esto no es lo que esperas.
Como habrás notado, la luz es fama y los monstruos son enemigos. Y no hay nada intrínsecamente malo en querer ser famoso. ¿Quién no quiere ser conocido? Pero está mal ir en el camino de la fama con expectativas tan altas como el cielo. ¿Por qué? Porque acabarás lastimado. El mundo de la fama no es tan grande como crees. No solo tienes que lidiar con mucha competencia, también tienes que lidiar con esas serpientes que te escupen veneno cada vez que haces algo. Y lo peor es que esta fama nunca te traiga felicidad. Cuando subas más y más alto, terminarás más y más solo. ¿Alguna vez te preguntaste por qué las estrellas son brillantes? Porque están rodeados de oscuridad. Así es como puedes ver lo luminosos que son.
Así que si quieres fama, ve por ella. Pero debes saber desde el principio en qué te estás metiendo.
Estrellas entre la oscuridad.
Créditos de la imagen: Google