La forma más fácil de aceptar quién eres es comenzar rechazando las cosas que no eres. Los humanos tienen la capacidad de cambiar a sí mismos con el tiempo; Como una planta, además de proporcionar un ambiente positivo y enriquecedor en el cual crecer, a veces es necesario podar aquellas cosas que son negativas o innecesarias.
Para extender aún más la metáfora de la planta, los chupadores de savia son las diminutas ramas que crecen en la base de un árbol y drenan los recursos del organismo. No es que los chupadores de savia tengan la intención de disminuir la vida de la planta sustentadora (de hecho, son parte de ella); sin embargo, deben eliminarse para que el organismo más grande pueda florecer.
La autoaceptación es un viaje que nunca termina. No es un destino al que te das cuenta que has llegado. La verdadera autoaceptación es saber que la vida cambia constantemente, debemos cambiar en respuesta. Además, nos damos cuenta de que el proceso de cambio es algo que podemos moldear y moldear en lo que consideramos como una situación más ventajosa para nosotros y para quienes nos rodean. Al darnos cuenta de que somos administradores de nosotros mismos, nuestras mentes y nuestros entornos, tomamos el control de estas cosas y comenzamos a aceptar a la persona en la que nos esforzamos por convertirnos.
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